POEMAS DE FRANCISCO VILLAESPESA
Francisco Villaespesa Martín, nació el 15 de octubre de 1877 en Laujar de Andarax, Almería y falleció el 9 de abril de 1936 en Madrid. Periodista, dramaturgo, novelista y poeta muy prolífico con más de cincuenta libros de poemas publicados, destacando como sonetista. Su estilo era el modernismo.
La Hermana
En tierra lejana
tengo yo una hermana.
tengo yo una hermana.
Siempre en primavera
mi llegada espera
tras de la ventana.
Y a la golondrina
que en sus rejas trina
dice con dulzura:
- ¡Por aquella espina
que arrancaste a Cristo,
dime si le has visto
cruzar la llanura!
¡El ave su queja
lanza temerosa,
y en la tarde rosa,
bajo el sol se aleja!
Desde su ventana,
mi pálida hermana
pregunta al viajero
que camina triste:
- ¡Por tu amor primero,
dime si le viste
por ese sendero!
por ese sendero!
¡Pero el pasajero
su calvario sube,
y se aleja lento,
dejando una nube
de polvo en el viento!
Desde su ventana
a la luna grita
mi pálida hermana:
- ¡Por la faz bendita
del Crucificado,
dime en qué sendero
tu rayo postrero
su paso ha alumbrado!
¡La luna la vaga
llanura ilumina,
trémula declina,
y en el mar se apaga!
Acaso yo, errante,
pasé vacilante
baja tu ventana,
y sin conocerme,
mi pálida hermana,
preguntes al verme
venir tan lejano:
-Dime, peregrino:
¿has visto a mi hermano
por ese camino?
OOOOOOOOOOOOOOO
Convento en ruinas
El viejo monasterio abandonado
se pudre de vejez en la colina,
muda la torre, el coro derrumbado,
y todo el claustro amenazando ruina.
se pudre de vejez en la colina,
muda la torre, el coro derrumbado,
y todo el claustro amenazando ruina.
Seca la fuente, el huerto se ha secado;
en sus silencios ni un jilguero trina...
Tan sólo por las piedras del cercado
rastrera hiedra en verdecer se obstina.
Susurra el viento fúnebres querellas
por los patios ruinosos y desiertos...
Y, ajena a mundanales intereses,
parece que a la luz de las estrellas
está rezando, por los monjes muertos,
la gris Comunidad de los Cipreses.
OOOOOOOOOOOOO
A la fortuna
Cuatro muros de cal, libros, y una
ventana al campo, y en la lejanía
las montañas o el mar, y la alegría
del sol, y la tristeza de la luna:
eso a mi eterna laxitud moruna,
para vivir en paz le bastaría...
¡Bien poco es lo que pides, alma mía,
pero menos te ha dado la Fortuna!
Échate, alma, a recordar... ¡Infancia
sin madre, adolescencia sin amores,
juventud sin placer!... ¡Así has vivido!...
¡Y ahora, un caduco otoño sin fragancia,
un pálido luar sin ruiseñores,
y un amor imposible sin olvido!
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