POEMAS DE JULIO FLÓREZ



Julio Flórez nació el 22 de mayo de 1867 en Chiquinquirá, Colombia y falleció el 7 de febrero de 1923 en Usiacurí. Poeta del Romanticismo, influenciado por Víctor Hugo, Bécquer, Campoamor y Núñez de Arce.










Flores negras

Oye: bajo las ruinas de mis pasiones,
Y en el fondo de esta alma que ya no alegras,
Entre polvo de ensueños y de ilusiones
Yacen entumecidas mis flores negras.
Ellas son el recuerdo de aquellas horas
En que presa en mis brazos te adormecías,
Mientras yo suspiraba por las auroras
De tus ojos, auroras que no eran mías.
Ellas son mis dolores, capullos hechos,
Los intensos dolores que en mis entrañas
Sepultan sus raíces, cual los helechos
En las húmedas grietas de las montañas.
Ellas son tus desdenes y tus reproches
Ocultos en esta alma que ya no alegras;
Son, por eso, tan negras como las noches
De los gélidos polos, mis flores negras.
Guarda, pues, este triste y débil manojo,
Que te ofrezco de aquellas flores sombrías;
Guárdalo, nada temas, es un despojo
Del jardín de mis hondas melancolías.

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Abstracción

A veces melancólico me hundo
En mi noche de escombros y miserias,
Y caigo en un silencio tan profundo
Que escucho hasta el latir de mis arterias.
Más aún: oigo el paso de la vida
Por la sorda caverna de mi cráneo
Como un rumor de arroyo sin salida,
Como un rumor de río subterráneo.
Entonces presa de pavor y yerto
Como un cadáver, mudo y pensativo,
En mi abstracción a descifrar no acierto
Si es que dormido estoy o estoy despierto,
Si un muerto soy que sueña que está vivo
O un vivo soy que sueña que está muerto.

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Antes de que a los golpes
Antes de que a los golpes
Del pesar yo sucumba,
Dejar haré una grieta
Pequeñita en mi tumba.
Para que tú, por ella,
Te asomes, y tus ojos
Alumbren mis helados
Y lívidos despojos.
¡Y para que por ella
Puedas verter tu llanto
Sobre el cadáver mustio
De este ser que amas tanto!
Y para que le digas
Al solitario muerto:
¡De nadie seré nunca!
¡Sólo de ti!
¿No es cierto
Que así dirás? Entonces
¡Oh, mi dulce adorada!
Escucharás adentro
Una gran carcajada!

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Aún
Mil veces me engañó; más de mil veces
Abrió en mi corazón sangrienta herida;
De los celos, la copa desabrida,
Me hizo beber hasta agotar las heces.
Fue en mi vida, con todos sus dobleces,
La causa de mi angustia no extinguida
Aunque, ¡pobre de mí!, toda la vida
Su mentiroso amor pagué con creces.
Los tiempos han pasado; ya su boca
No me da sus caricias, no me abrasa
El fuego de sus ósculos de loca;
Y sin embargo mi pasión persiste
Pues, cuando a veces por mi senda pasa,
¡Me alejo mudo, cabizbajo y triste!

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Candor
Azul azul azul estaba el cielo.
El hálito quemaste del estío
Comenzaba a dorar el terciopelo
Del prado, en donde se remansa el río.
A lo lejos, el humo de un bohío,
Tal de una novia el intocado velo,
Se alza hasta perderse en el vacío
Con un ondulante y silencioso vuelo.
De pronto me dijiste: "el amor mío
Es puro y blando, así como ese río
Que rueda allá sobre el lejano suelo".
Y me miraste al terminar, tranquila,
Con el alma asomada a tu pupila.
Y estaba azul tu alma como el cielo.

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Dulce veneno
Luego me dijo: "Aún cuando mi alma anhele
La virtud y odie la maldad y el vicio,
Ya ves, mi triste corazón se duele,
Al contemplar el hondo precipicio
A donde el Hado sin cesar me impele.
Con mi carga de amor y desconsuelo
Voy a un próximo fin, paso entre paso,
Rueda mi llanto hasta mojar el suelo
Y miro dulcemente hacia mi ocaso
Al ver la muda impavidez del cielo.
¡Ah, si acortar pudiera la jornada!
¡Es tan dura y tan grande mi fatiga,
Mi senda tan oscura y desolada,
Que quisiera morir! Hoy nada, nada
Fuera de ti, mi desazón mitiga.
Y yo te estoy matando. ¡Oh sí! Mis besos
Te envenenan en largo paroxismo
Quedas tras tus eróticos excesos;
Cuando en mi boca están tus labios presos,
Tu boca está en la boca de un abismo".
Yo exclamé: "¿Morir quieres? En el seno
Tú, mi cabeza, al expirar, coloca;
Y después, si es verdad que es un veneno
De tu boca la miel, yo también peno,
Mátame con la miel que hay en tu boca".
Colgóse entonces de mi cuello, hermosa,
Transfigurada y, llena de ternura,
Puso en mi labio el suyo, hecho de rosa
Y en una tregua larga y silenciosa
Lloramos de dolor y de ventura.

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Cuando lejos, muy lejos
Cuando lejos, muy lejos, en hondos mares,
En lo mucho que sufro pienses a solas,
Si exhalas un suspiro por mis pesares,
Mándame ese suspiro sobre las olas.
Cuando el sol, con sus rayos, desde el oriente,
Rasgue las blondas gasas de las neblinas,
Si una oración murmuras por el ausente,
Deja que me la traigan las golondrinas.
Cuando pierda la tarde sus tristes galas,
Y en cenizas se tornen las nubes rojas,
Mándame un beso ardiente sobre las alas
De las brisas que juegan entre las hojas.
¡Que yo, cuando la noche tienda su manto,
Yo, que llevo en el alma sus mudas huellas,
Te enviaré, con mis quejas, un dulce canto
En la luz temblorosa de las estrellas!

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