POEMAS DE ANA MARÍA IZA


Ana María Iza nació el 29 de enero de 1941 en Quito, Ecuador. Poeta y periodista, ha destacado también en el bel canto como soprano. Obtuvo el Premio Nacional de Poesía "Ismael Pérez Pazmiño" convocado por el diario"El Universo" de Guayaquil en los años 1967, 1974, 1984 y 1995. 



Ni el rayo

                             A la Dra. Gloria Paz de Cabezas

Ni el rayo, ni la rosa, ni la roca
ni la rata, ni el radar, ni el remo
detuvieron el rodar de su camino
sus ansias de volar...
No se detuvo en seco a preguntar
por qué crujen las ramas
por qué es así la vida.
Las ramas son las ramas y la vida es la vida.
Por referencias supo de la ternura
en revistas prestadas conoció una ciudad
¡Cómo serán los hombres en Ganimedes!
y si en la tierra existen,
¿dónde están....?


       *  *  *  *  *  *  *  *

Amor amor

El Mar
juega con la Botella
la desnuda
la enreda entre sus patas azules
le da vueltas

Trepa
las porosas rodillas de la playa
la mece
la ensucia
enrosca
-desenrosca-
salta al cuello
la bebe
El mar
brinda con la botella
le perturba
le entierra
desentierra
¡La Botella y el Mar!
Yo te recuerdo.

    *   *  *  *  *  *  *

Cantaleta

A usted que malsonó
va sonando mi verso
Recuerdo de usted su lejanía
Lilaila Leililí Liliputiense

Mis piernas en sus ojos
y no las alcanzaba

Tal vez olvidó correr mientras corría

Ocho su corazón hortiga
emerge sin bulla en este escándalo
cuando ladro como lora sin descanso

No sé que hacer con usted
dónde esconderle
No sé si me comprende pero se que me rabia

No sé si me bebe entera con el vino
No sé si usted me escupe
y le caigo en la cara

          *  *  *  *  *  *  *  *

Carta a mí misma

¿Recuerdas
cuando era el teléfono un pájaro
cantando en el alambre... ?

Nunca creíste
que sólo se trataba de un vil artefacto.

Eras insoportable.
Por eso hasta quisiste un lunes
regalarte.

Tenías la mirada llena de barcos.
Dabas de comer
a los perros del parque
y te sabías de memoria el número
de árboles,
a fuerza de ser viento,
de ser hoja,
de husmear
no sé qué estrella entre las ramas.

Eras
un raro espécimen,
una degeneración futura,
un grifo siempre yéndose,
ya ni sé qué decirte,
eras
algo bastante feo que me gustaba.

Te pregunto,
por preguntarte,
porque sí,
porque llueve
y algún entremetido te ha empujado:
¿Qué harías si te dejara libre,
si de un manotón quitara la montaña ...?

De ley
irías a refugiarte en la ternura,
a estrellarte en el borde de un retrato.
A escarbar en el suelo un sucio anillo
del que nacieron rosas,
lombrices,
telarañas.

Tú,
siempre serás tú.

No habrá abracadabra que te cambie.
No habrá

reencarnación que te libre del lodo de los sueños.
No habrá forma
de librarse de ti
ni estrangulándote.

Oye:
no vayas
a suicidarte.
Me es indispensable tu presencia:
triste,
desafiante.

Terminada en punta
-como una hoja-
detrás de la ventana.

             *  *  *  *  *  *  *

Lobo azul

No quise detenerte
pensaste que era el viento
fa fuerza de gravedad que te empujaba

Y era el impulso mío
la sed de lo que parte

Bien puede ser
el sol tras la montaña
o la montaña en sombra desteñida
la ciudad que se esfuma en la ventana
la estela en barco convertida
el olor de los muelles
la hora cero
la caída del Dios que nos levanta

La dulzura de las manos solas
la mancha
en los pañuelos blancos

No quise detenerte
me gustabas por agua

Llévate el lobo azul
Déjame el lila pálido


           *  *  *  *  *  *  *

Nosé

No me encuentro no me hallo
no sé
No me resisto
debe ser el calor tal vez el frío

No me trago no me paso
parezco mi enemigo

Me pregunto por mí si alguien me ha visto
Jim Morrison me alcanza
con su disco irrompible

Quisiera pedir disculpas
sentarme en la última banca
apagarme como foco
tirar en el ring la toalla
No sé qué hacer con usted
dónde esconderle
No sé sí me comprende pero sé que me rabia

No sé sí me bebe entera con el vino
No sé sí usted me escupe
y le caigo en la cara.

         *  *  *  *  *  *  *  *

Sabana de injusticia

Quemó sus naves
timbró su hora
de salida
sin retro
sin retroacción
sin disyuntivas
A veces
se prolongan los restos
del naufragio
sin un negocio de baratijas

Si todas las mujeres vendieran
y compraran
otro gallo cantaría la cartilla
De todos modos
las gardenias marcan sus hitos
entre las cordilleras de la sabana
de la injusticia
Verídica la sal
pisoteada
por impúdicas leoninas
El hielo taladre sus talones
mantenga a raya sus cenizas
El Bajo Beirut le invada
sin armisticios.

          *  *  *  *  *  *  *  *  *

Usted 

Usted
cabeza sin cabeza
idea descabellada
imprudencia de mis imprudencias
raíz de mis sonrisas
juguete de cristal
junto al martillo
Cosas
qué sólo a mí me suceden
y en las películas
"África Mía"
Hombre invisible
de palabras y gestos invisibles:
cómo me dueles
cruzas
con tus grifos abiertos
por mi sed sin sentido.

             *  *  *  *  *  *  *  *
Luces fugaces

Hay hombres 
de quienes enamorarse. 
Por quienes perder la cabeza 
el empleo 
la casa. 

Tienen las frentes anchas. 
De costumbre neuróticos 
mentirosos - veraces. 

Siempre llevan un libro 
- casi nunca corbata - 
un jeroglífico en donde otros 
cargan el alma. 

Melancólicos 
tristes 
alegres 
indomables. 

Generalmente van 
por este mundo solos. 
Son estrellas perdidas 
luces fugaces. 

Hechos a la medida 
de las mujeres tristes 
alegres 
indomables. 

Ellos 
y ellas caminan 
sin jamás encontrarse. 

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