EL ÉBOLA
El
ébola asusta, más bien ha generado pánico, está dejando de ser
una enfermedad de países pobres lejanos, y, fuera de control, amenaza con extenderse en cualquier momento a nuestras ricas
sociedades que olvidaron los valores éticos, para ocuparse
únicamente de los valores bursátiles.
De
momento este peligroso virus está afectando seriamente a las
poblaciones de Guinea Conakry, Liberia, y Sierra Leona con más de
1.350 muertos, pero los países vecinos como Senegal, Costa de
Marfil, Nigeria y Mali viven en alerta máxima. Médicos sin
Fronteras ha descrito al Ébola como “una de las enfermedades más
mortales del mundo, es
un virus altamente infeccioso que puede matar hasta el 90% de las
personas que lo contraen, lo que causa terror entre las comunidades
con infección”.
No hay tratamiento contra este virus, ni vacunas, y a pesar de que
lo conocemos desde 1976, produciéndose brotes ocasionales, nadie se
ha preocupado todavía por encontrar algún tipo de solución, ni
investigar y producir algún fármaco que pudiera evitar tanta
mortalidad.
Naturalmente
estos países nunca han sido interesantes desde el punto de vista
económico para la poderosa industria farmacéutica, al parecer,
única encargada de la investigación bio-médica y es que la salud
de las personas depende de los mercados, por
eso, otras enfermedades tan represantativas como la malaria, el
Dengue, Chagas, Chikungunyo y la fiebre amarilla, entre otras,
siguen, años tras años sin tratamientos eficaces. Se puede decir
que la industria farmacéutica, como privada que es, tiene derecho a
investigar y producir aquello que considere rentable y conveniente
para sus intereses, pero, ¿qué pasa con los Gobiernos de estas
democracias occidentales? ¿A qué tanta OTAN y misiles y tantos
caza-bombarderos y tan poca atención a la salud pública? ¿Con que
derecho se gastan los recursos de todos nosotros en útiles para
matar en lugar de mejorar la vida de los ciudadanos con empleos,
educación, vivienda, sanidad, agua potable y buena nutrición todos
ellos, elementos esenciales para una buena salud pública? En este
mundo tenemos suficientes recursos para atender las necesidades de
todos pero parece que no hay bastante para satisfacer la avaricia de
unos pocos.
Ahora
cuando pudiera llegar el espanto nos preocuparemos de encontrar
soluciones sin reparar en gastos y aprenderemos que los virus, al
igual que el capital especulativo, no saben de geografía ni de
fronteras.
Gregorio García Alcalá
Comentarios
Publicar un comentario