POEMAS DE LUIS ROSALES
Luis Rosales Camacho nació el 31 de mayo 1910 en Granada y falleció el 24 de octubre de 1992 en Madrid. Poeta y ensayista de la Generación del 36, fue galardonado con el Premio Cervantes en 1982. Su estilo poético es de corte vanguardista.
Somos hombres, Señor, y lo viviente
ya no puede servirnos de semilla;
entre un mar y otro mar no existe orilla;
la misma voz con que te canto miente.
La culpa es culpa y oscurece el bien;
sólo queda la nieve blanca y fría,
y andar, andar, andar hasta que un día
lleguemos, sin saberlo, hasta Belén.
La nieve borra los caminos; ella
nos llevará hacia Ti que nunca duermes;
su luz alumbrará los pies inermes,
su resplandor nos servirá de estrella.
Llegaremos de noche, y el helor
de nuestra propia sangre Te daremos.
Éste es nuestro regalo: no tenemos
más que dolor, dolor, dolor, dolor.
OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
Bajo el limpio esplendor de la mañana
en tu adorado asombro estremecido,
busco los juncos del abril perdido;
nieve herida eras tú, nieve temprana
tu enamorada soledad humana,
y ahora, Señor, que por la nieve herido
con la risa en el labio me has vencido,
bien sé que la tristeza no es cristiana.
¿No era la voz del trigo mi locura?
Ya estoy sólo, Señor - nieve en la cumbre - ,
nieve aromada en el temblor de verte,
hombre de llanto y de tiniebla oscura,
que busca en el dolor la mansedumbre,
y esta locura exacta de la muerte.
OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
Con un temblor de nieve en la dulzura
Con un temblor de nieve en la dulzura
de la sombra morena y sonrosada,
en tu pálida carne lastimada
ceñida está la luz por la blancura.
Luz sola desde el llanto a la tersura,
azucenas de nieve desvelada,
y el aroma del mar en tu mirada
de claveles y arcángeles clausura.
Te hace el amor severa la tristeza,
la mano el agua y el laurel el ruego
que en su dorada perfección te inmola.
La intensidad mantiene la pobreza,
y en la mansa ribera del sosiego
todo está en ti, que permaneces sola.
OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
Me están mirando en tus ojos
Me están mirando en tus ojos los ángeles del instante, los ángeles que han perdido la memoria al contemplarse. Me estoy reuniendo en tus brazos; te siento casi quemándome; arden el tronco y las ramas pero las hojas no arden. Estamos juntos, sin vernos, repetidos y distantes, juntos pero no vividos, tristemente naturales. OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
VerteVerte, qué visión tan clara. Vivir es seguirte viendo. Permanecer en la viva sensación de tu recuerdo. Verte. La distancia nace. El cielo suprime al cielo. La vida se multiplica por el número de puertos. Todo colmado por ti. No ser más que el ojo abierto, y eternizar el más leve escorzo de tu silencio. Verte para amarlo todo. Claustro en tranquilo destierro. Dulzor de caña lunada. Luz en órbita de sueño. Mortal límite de ti. Cielo adolescente y tierno. Núbil paciencia de playa. Vivir es seguirte viendo. ¡Verte, Abril, verte tan sólo! Tranquilísimo desierto. Pena misericordiosa. Sosegado advenimiento. Verte: qué oración tan pura, islas, nubes, mares, vientos, las cinco partes del mundo en las yemas de los dedos.
OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
La última luz
Eres de cielo de la tarde, tienes
ya dorada la luz en las pupilas,
como un poco de nieve atardeciendo
que sabe que atardece.
Y yo querría
cegar el corazón, cegar de verte
cayendo hacia ti misma
como la tarde cae, como la noche
ciega la luz del bosque en que camina
de copa en copa cada vez más alta,
hasta la rama isleña, sonreída
por el último sol,
¡y sé que avanzas
porque avanza la noche! y que iluminas
tres hojas solas en el bosque,
y pienso
que la sombra te hará clara y distinta,
que todo el sol del mundo en ti descansa,
en ti, la retrasada, la encendida
rama del corazón en la que áun tiembla
la luz sin sol donde se cumple el día.
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