LOS ALIMENTOS TRANSGÉNICOS
Por
falta de espacio y tratándose de un tema extenso pero muy
interesante, no pude tratar en el número anterior sobre los
alimentos transgénicos que ya están en nuestra mesa, pero de los
que no se sabe mucho, sobre todo, los efectos que ejercerán a largo
plazo sobre nuestra salud y el medio ambiente, pues no se están
evaluando los riesgos correctamente y no existe ninguna garantía de
seguridad alimentaria, como la tiene un producto natural .
Se
trata de Organismos Modificados Genéticamente, (OMG), procedentes de
plantas o animales a las que se les ha incorporado genes extraños de
otras plantas, de otros animales, o de humanos mediante ingeniería
genética. La comunidad científica internacional está reclamando,
cada vez con más firmeza, un mayor cuidado en el manejo de la
tecnología para producir alimentos.
Por
dar algunos ejemplos, a las papas que estamos comiendo es posible que
se les haya introducido material genético procedente de peces, de
pollos o de la polilla de la seda con el fin de dotarlas de
resistencia al frío, enfermedades bacterianas, o a las plagas,
generando unas toxinas que matan al insecto al comer sus hojas, el
tomate puede estar modificado con genes de pescado, o el maíz con
genes de bacterias y el cerdo con genes humanos, lo que de alguna
manera, implicaría un cierto canibalismo al comernos una chuleta. En
estos momentos se está trabajando con vacas manipuladas con genes
humanos para conseguir leche que contenga lactoferrina muy similar a
la leche materna humana, cosa que ha escandalizado a muchos
pediatras y biólogos.
Se
está estudiando la posible relación del auge imparable de las
alergias con el consumo de alimentos OMG. Debería ser de obligado
cumplimiento etiquetar estos productos avisando al consumidor si
contienen ingredientes modificados genéticamente.
Se
sabe, eso sí, que se trata de un negocio redondo que da grandes
beneficios a multinacionales como Monsanto, Pioner, Syngenta y
otras, quienes han patentado las semillas y los agricultores se ven
obligados ahora a pagar, cada año, a estas empresas, precios
elevados por ellas como si fueran naturales pero que no sirven de un
año para otro.
Al
mismo tiempo, estas empresas de ingeniería genética mienten
cínicamente, y sin vergüenza afirmando que trabajan para quitar el
hambre del mundo, como si no supiéramos que en este mundo el que no
tiene dinero no come, haya o no abundancia.
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