ESCLAVITUD, HOY
En
un diario de tirada nacional, y a toda página, se han referido a la
situación laboral que sufren las camareras de piso en los hoteles de
Canarias, sometidas a unos ritmos de trabajo de absoluta locura con 18 o 20 habitaciones y hasta con 8 o 9 salidas, están
sometidas a una tensión permanente por sacar adelante el trabajo que
le han asignado y ni siquiera pueden perder tiempo en comer, o acudir
al baño, si quieren terminar a su hora. Por otra parte, la exigencia
es total: el trabajo ha de ser perfecto y no se les permite ni la más
mínima, pequeñísima mota de polvo o pelusilla ya que entonces la
camarera ha de volver a esa habitación para hacerla mejor.
Los
empresarios hoteleros, aunque siempre han abusado, ahora con el
pretexto de la crisis, lo hacen mucho más y exprimen a estas
empleadas hasta incluso quebrantar su salud, con fuertes dolores en
cervicales, lumbares, rodillas y tobillos como saben muy bien en los
servicios de traumatología y rehabilitación del Servicio Canario de
Salud.
Si
protestan o se quejan no les renuevan el miserable contrato de
auxiliares de limpieza, en vez de camareras, que le hacen para
pagarles menos, o simplemente las despiden amparados como están los
empresarios, por la endiablada Reforma Laboral que hizo este Gobierno
del que Dios debiera librarnos cuanto antes.
No
puede entenderse, sino por la desenfrenada codicia de la clase
empresarial, que con una tan buena ocupación, (en 2014 Fuerteventura
alcanzó los 2,5 millones de turistas), y con un aumento del gasto
por persona, cada vez se contrate menos y en condiciones más
precarias. Quieren hacer el trabajo sin personal, o mejor dicho, sin
gastos salariales aunque en la contratación de directores, jefes y
mandos intermedios no escatiman pues necesitan a muchos para vigilar
a los pocos que trabajan en tan penosas condiciones.
Es
una situación denigrante y los clientes no están todo lo bien
atendidos que debieran estar, muy asombrados, además, observando
todo el trabajo agotador que estas mujeres realizan a diario, con
caras largas, como no puede ser de otra manera, ya que no hay muchas
ganas de sonreir con este panorama.
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