EL PAPA FRANCISCO

Por
fin un papa que no demuestra interés por los dormitorios ajenos,
que no le preocupa con quién se acuesta la gente y que no habla de
condones, píldoras, ni de los demás anticonceptivos, ni de nada
relacionado con la sexualidad, tema tan desobedecido por la mayoría,
como, recurrido desde la antigüedad por todos sus antecesores, pero
que, sí está dispuesto a terminar con la pederastia dentro de la
Iglesia lo cual le va a costar lo suyo ya que es un vicio muy antiguo
y fuertemente enquistado en una parte del clero, pero que, por lo
pronto no tapa a los pederastas, no los protege, sino que los expulsa
de la institución y los entrega a la Justicia. "Al mundo de hoy
le falta llorar, lloran los marginados, lloran los que son dejados de
lado, lloran los despreciados, pero aquellos que llevamos una vida
más o menos sin necesidades no sabemos llorar", son sus
recientes palabras.
El
papa Francisco es austero, sencillo, amable y humilde, en vez de
marcar distancia y superioridad se avecina, está cerca, es
dialogante y ha llegado en un momento en el que el cristianismo está
falto de imaginación y las iglesias vacías, con una jerarquía
politizada y apoltronada que solo ama al dinero y que nada tiene que
ver con Jesús ni con sus enseñanzas.
El
discurso preferido de Francisco apunta a la cruel desigualdad entre
los seres humanos, la corrupción y las muchas injusticias que el
poderoso comete contra el débil, aunque esto, como es natural,
produzca resquemores en los sectores criticados y es por eso que se
le colocan etiquetas de masón, peronista o marxista, solo falta que
le digan chavista y bolivariano u otras lindezas que pretenden ser
negativas, y es que, después de tantos años de papas
ultra-conservadores y pre-conciliares, como Juan Pablo II y Benedicto
XVI, aparece el papa Francisco contrario a los lujos y la
ostentación, que se desplaza en un antiguo Renault 4, hablando de
una iglesia pobre para los pobres, con tendencias progresistas, y que
está siendo por eso, acusado nada menos que de ser el anticristo por
elementos reaccionarios desde dentro de la propia Iglesia, esos curas
franquistas que nos obligaban a arrodillarnos en la calle cuando
ellos pasaban con el viático para algún enfermo, acompañados por
un incesante toque de campanillas del que se encargaba el monaguillo.
Comentarios
Publicar un comentario