POEMAS DE PAULO GONZÁLVEZ DE ANDRADE



Este poeta nació en Portugal en 1632 y falleció en 171?. No ha sido posible encontrar más datos biográfico.





Desde que en lechos de zafir reposas...

Desde que en lechos de zafir reposas,
y que por sendas de cristal caminas
derramando tus urnas cristalinas
en favor de las playas arenosas,


y desde que con fuerzas caudalosas
a conquistar el mar te determinas,
bañando tus corrientes peregrinas
de Ulisipio las márgenes famosas;


mientras, depuesta la arrogancia, hiciste
espejo sosegado el agua pura,
que a tantas hermosuras ofreciste,


en cuantas viste, oh Tajo, por ventura
en tantos años de camino, ¿viste
igual a la de Silvia otra hermosura?



                     *  *  *  *  *  *  *

Música y hermosura

Bien parece tu voz sonora y pura,
por bocas de claveles despedida,
corriente, que del Cielo procedida,
se desata en armónica dulzura.

Ondas de voz y rayos de hermosura,
dulcísimos peligros de la vida,
dos glorias son, adonde dividida
la noticia del Cielo se asegura.

Miro el cielo, oigo el Cielo; en divididos
grillos de suavidad, sonora y muda,
presa la libertad de los sentidos;

y en confusiones de gloriosa duda,
en los ojos feliz, y en los oídos,
no sabe el alma a cuál primero acuda.


                          *  *  * *  *   *  *

Si igual la voz al sentimiento fuera...

Si igual la voz al sentimiento fuera,
como mi sentimiento a tu hermosura,
de los agravios de la edad, segura
mi pena, oh Silvia, y tu beldad viniera.

Dichosa envidia a las edades diera
en tu merecimiento, mi ventura,
y absorto el mundo, de tu lumbre pura
en mis incendios, los efectos viera,

que si tanto debiera a mi cuidado,
yo dejara en mis versos construido
un templo a tus grandezas dedicado,

donde, en común ofensa del olvido,
yo quedase en tu nombre eternizado,
tú venerada, Amor obedecido.


                          *  *  *  *  *  *  *


 Siembra de aquellas flores, que al tocado...

Siembra de aquellas flores, que al tocado
tu mano trasladó desde tu seno,
las verdes faldas deste prado ameno,
que sale Silvia -blanca Aurora- al prado.

Tú, depuesto el ardor, oh sol dorado,
falto de ardores, y de luces lleno,
el campo dora de esplendor sereno,
luminoso esta vez y no abrasado.

Pero, qué importará que el campo agora
de flores siembres ni de rayos dores,
si sale mi bellísima pastora,

que de flores copiosa, y de esplendores,
soles los ojos y la boca aurora,
despide rayos y derrama flores.


                           



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